Críticas de ‘El cielo que me tienes prometido’, en el Teatro María Guerrero con Elisa Mouliaá
Diosdado va más allá de la pugna entre dos señoras de armas tomar y los tiquismiquis entre lo civil y lo religioso, para colocar cara a cara el amor profano y el amor divino. La autora presenta a la carmelita, encarnada con convicción y autoridad por María José Goyanes, a su llegada al convento de Pastrana, vacío de monjas, pero en el que se alojan la ilustre huésped y sus criadas, obligadas a profesar por orden de quien quiere convertirse en sor Ana de la Madre de Dios. Mientras se despoja del hábito para acostarse, vierte un largo monólogo reflexivo interrumpido por una novicia, Mariana, esclava de la de Éboli y todo un hallazgo por su fresca sinceridad, que la joven Elisa Mouliaá sirve con vehemencia atolondrada y encantadora.
La chica, puente entre la princesa y la religiosa, defiende un amor profano tan cristalino que conmueve a la santa, quien, a la postre, también se acerca al sentimiento de pérdida de la viuda tras la esperada escena que la enfrenta con la dama, interpretada con donaire por Irene Arcos, algo forzada en su pugna física con santa Teresa. Un interesante juego de matices del amor en el que, en ocasiones, pesa lo discursivo y que crece cuando se entrecruzan los filos del diálogo. Muy bello el espacio escénico de Alfonso Barajas vestido de amplitud o intimidad por la luz de Rafael Echeverz.
Crítica completa: ABC
Elisa Mouliaá (Mariana) mostró con profesionalidad el encanto de un personaje menor pero con la altura interpretativa necesaria. Las tres hicieron triunfar la palabra y su esencia por encima de gestos menores, pero interesantes, pues estos también muestran actitudes. Este, sin duda, es el mejor homenaje y el más significativo recuerdo que se puede hacer a Ana Diosdado, que pudo incluso dirigir la obra en su preparación y primeras representaciones antes de su muerte en 2015.
Crítica completa: NoticiasDigital